Las dos principales ventajas de acceder una vivienda a través del modelo cooperativo en lugar de hacerlo a través de un promotor son el ahorro económico y la participación del cooperativista en el proyecto.
La actual situación del mercado de la vivienda en España, con unos precios de suelo cada vez más altos y un parque de viviendas de alquiler cada vez más complicado, deriva en la imposibilidad de que muchas familias, especialmente jóvenes, no sean capaces de asumir dichos costes y, por ende, no se puedan permitir acceder a una vivienda. El modelo cooperativo, mientras siga existiendo esta problemática, se postula como la mejor opción respecto a la compra tradicional ya que las viviendas se construyen a precio de coste, por lo que suponen un ahorro importante respecto al precio final si lo comparamos con el coste de promotores o constructores privados. En total, con una buena gestión, el cooperativista puede llegar a ahorrarse entre un 20% y un 30% en el precio final de una vivienda.
Por otro lado, hay que destacar que parte de estos costes se pagan a plazos en lugar de hacer un desembolso instantáneo de una cantidad completa, por lo que el cooperativista puede contar con una previsión de los futuros pagos que tendrá que ir realizando conforme avancen los plazos y los procesos de constitución de la cooperativa y construcción de las viviendas. Además, las entidades bancarias se muestran mucho más dispuestas a conceder crédito a un conjunto de compradores que acrediten una fuente estable de ingresos, en lugar de a un único promotor.
Al no ser un proceso cerrado y no existir un inmueble construido y terminado, la cantidad inicial pactada puede variar ligeramente a lo largo del proceso, aunque dichas cantidades suponen por regla general una variación mínima del precio final, asumible por todos los cooperativistas y que siempre será menor que el precio final resultante de la adquisición mediante promotoras o constructoras privadas. Así mismo, el cooperativista que no quiera o no pueda asumir los costes podrá rescindir su contrato y renunciar a su vivienda en cualquier momento, siéndole reembolsada la cantidad que ha pagado excepto los gastos administrativos siempre que cumpla una serie de requisitos.
Además del ahorro que suponen, las cooperativas de viviendas son un modelo extremadamente participativo, tanto que, sin la participación del socio en todo el proceso, la cooperativa se desnaturalizaría. En el modelo cooperativo son los socios y no el promotor quienes deciden cómo quieren que sean sus viviendas (tamaño, número de habitaciones, etc.) y qué tipo de servicios requieren (plazas de garaje, piscinas, jardinería, gimnasio, etc.). Así mismo, supone otra ventaja el hecho de que los socios puedan modificar los proyectos en algunos aspectos, siempre por acuerdo mayoritario, y realizar mejoras en la calidad de sus viviendas.
Hay que advertir que la duración media de una promoción de viviendas en cooperativa es de dos a tres años cuando se cuenta con un terreno ya urbanizado y apto para la edificación; si no es así los plazos pueden alargarse considerablemente. Lo dilatado de los plazos, en todo caso, permite una mayor accesibilidad a los planes de pagos característicos de las cooperativas de viviendas.
En resumen, si el socio está totalmente informado de la situación de la cooperativa a la que se incorpora y asume sus particularidades, las ventajas de esta forma de promoción de viviendas son indiscutibles.